domingo, 25 de septiembre de 2011

El peor riesgo es no correr riesgo...


Atrévete a correr riesgos

El peor riesgo es no correr riesgo, y nunca se es muy joven o muy viejo para no correrlos, por ejemplo: Mozart, tenía 8 años cuando compuso su primera sinfonía, Ralph Waldo Emerson, tenía 14 años cuando se matriculó en Harvard, Paul McCartney, tenía 15 años cuando John Lennon, le invito a unirse a su grupo, Bill Gate, tenía 19 años cuando fundó Microsoft, y a los 31 años se convirtió en millonario, el gran Platón, tenía 20 años cuando se convirtió en discípulo de Sócrates, Ralph Lauren, tenía 29 años cuando creó la marca Polo, Williams Shakerpeare, tenía 31 años cuando escribió Romeo y Julieta, Coco Chanel, tenía 38 años cuando presento su perfume Chanel Nº5, la madre Teresa, tenía 40 años cuando fundo las misioneras de la caridad, Henry Ford, tenía 50 años cuando introdujo en su fabrica la primera cadena de montaje, Winston ChurChill, tenía 65 años cuando fue nombrado primer ministro de gran Bretaña, Pablo Picasso, tenía 55 años cuando pintó el Guernica, Nelson Mandela, tenía 71 años cuando fue liberado de la prisión sudafricana en la que estaba recluido y fue elegido presidente de Sudáfrica, Miguel Ángel, tenía 72 años cuando diseñó la cúpula de la Basílica de San Pedro en Roma, Benjamín Franklin, tenía 79 años cuando invento las gafas bifocales, Dimitrion Yordanidis, tenía 98 años cuando corrió el maratón de Atenas en siete hora, treinta minutos, Ichijirou Araya, tenía 100 años cuando escalo el monte Fuji.
El tamaño de tu victoria esta determinado por el tamaño del riesgo que estas dispuesto a correr

No le tengas miedo al ridículo. No hay nada más ridículo que el miedo hacer el ridículo, el miedo al ridículo es una exaltación del ego, y el ego es tu falsa identidad, lo que tú crees equivocadamente que eres. Los animales tienen un sentido de misión y destino, ellos no contabilizan los fracasos. Nunca encontraras a un gato avergonzado por la mañana porque perdió su primer ratón, pues el sabe que nació para cazar ratones, el no contabiliza los ratones perdidos, no teme al ridículo. Tu tampoco contabilices tus pérdidas.

Deshazte de todas las excusas. Si tu eres bueno para las excusas, no serás bueno para ninguna otra cosa, las excusas son las herramientas que usa una persona sin propósito ni visión para construir grandes monumentos llenos de nada, cuando tu determines que algo no se puede hacer verás que otro si pudo hacerlo, mientras tengas una excusa, podrás oficializar tu fracaso, no le cuentes a la gente acerca de tus dolores de parto, muéstrales al bebe. Así que los que somos gente de fe y caminamos con Dios hacia la meta, siempre tenemos algo para mostrar. Si tú eres bueno para las excusas, no serás bueno para ninguna otra cosa.

El capitulo 11 de la epístola a los Hebreos nos habla de gente de acción, por la fe Noé construyo un arca, Abel trajo una ofrenda, Abraham salió de Ur, Sara tuvo un hijo, etc. Cuando comienzas la acción, por primera vez, Dios se suma a tu equipo, Él siempre premia la acción.

Todo se aprende en la realización de la tarea. Dios nos creó de tal manera, que todas las cosas las aprendamos en la realización de las tareas, como por ejemplo: aprendemos a ser padres teniendo hijos ¿Alguna vez escuchaste a tu padre diciéndote?, cuando seas padre me vas a entender, eso tiene un sentido valido, todo lo aprendemos en la experiencia. Aprendes a manejar un auto, manejándolo, aprendes a cantar, cantando. No te puedes quedar atrapado en el concepto o en la idea de la cosa, te desafío a salir de la teoría para entrar en la práctica.

No se cree creyendo, se cree haciendo. Hebreos 11.6-7 "·Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.
Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe. " Por la fe Noé hizo un arca, debes saber que la fe tiene dos componentes básicos:
  • La gente que tiene fe, habla fe. Por eso Pablo dijo: Creí por lo cual hable.
  • La gente de fe tiene acciones correspondientes a su fe. Noé creyó y construyó un arca.
Se vence eñ temor haciendo aquello que tenemos. Tu vences el temor a volar en avión, subiéndote a el y volando, nunca lo vencerás sentado en tu sillón viendo televisión, y si en caso de que oraras al Señor para que te quite el miedo, Él te responderá diciendo: “Haz aquello que temes”.

Hay dos mentiras evangélicas que debes destruir en tu vida.
  1. La primera, tiene que ver con el momento cuando Dios, te ordena hacer algo significativo, a lo que tú respondes: ¡Tengo mucho miedo! Así que esto no debe ser de Dios. Te diré algo, toda la gente que aparece en la Biblia hicieron cosas para Dios temblando de miedo y pese a ello lo hicieron igual.
  2. La segunda mentira es cuando dices: Cuando se me pase el miedo lo haré. Odio decirte esto, nunca se te pasará el miedo, hasta que lo hagas. Te desafío a cruzar la línea que no estuviste dispuesto a cruzar hasta ahora, alcanza la meta, no hay nada en la mitad del camino, solo rayas blancas y animales muertos.
No se obtiene nada deseando, sino haciendo. Piensa en todas las cosas que has logrado hasta ahora, todas ellas las conquistaste cuando te determinaste a la acción, el trabajo convierte los sueños en realidad.  
Con lo que tu haces, Dios hace algo mucho más grande. Todo milagro es el resultado de una sociedad en donde tú haces algo y Dios hace algo
El trabajo convierte los sueños en realidad. 

domingo, 17 de abril de 2011

Al predicar... que tener en cuenta.

El mensaje evangelístico presenta un carácter muy particular que lo distingue de los otros tipos de predicaciones. Luis Palau presenta siete aspectos de este tipo de sermón que todo predicador evangelizador debe tomar muy en cuenta, si busca ser eficaz en su tarea.
En Hechos 26.17–18 vemos que nuestra tarea en el poder del Espíritu Santo es despertar a la gente: (1) abriendo sus ojos, (2) iluminando sus mentes «para que se conviertan de las tinieblas a la luz», (3) produciendo conversión de la voluntad, «de la potestad de Satanás a Dios», y (4) purificando sus conciencias a fin de que reciban «perdón de pecados», que gocen de la seguridad de la vida eterna, y que vivan en santidad, separados para Dios.

En este articulo consideremos siete aspectos del carácter del mensaje evangelístico:

1. Es temático. El mejor enfoque generalmente es optar por un tema (por ejemplo: la paz, la felicidad, la libertad, el nuevo nacimiento, la cruz, la sangre) y desarrollarlo. El tema debe resultar interesante para el oyente. Al hablar iremos de lo conocido a lo desconocido, y de lo buscado a lo no buscado pero necesario. El mensaje evangelístico tiende a ser temático porque siempre se basa en un tema fundamental.

2. Es cristocéntrico. Al leer los mensajes de los grandes predicadores del pasado, descubrimos que eran plenamente cristocéntricos. Somos llamados por Dios para hablar de Jesucristo a esta generación. Somos sus embajadores (2Co 5.20). El objetivo es hablar de Jesucristo. No es posible que alguien sea predicador del evangelio si su tema central no es Jesucristo. Algunos creen que el evangelio es ayudar a los pobres, sin embargo ese es solo uno de los muchos resultados del poder del evangelio. Otros enfatizan los dones de sanidad —una gran señal del poder de Dios pero, no el evangelio en sí. Otro mensaje podría ser maravilloso, intrigante, y hasta podría ser de Dios, pero el pastor, el evangelista y el maestro de Biblia predican a Jesucristo.
Pablo resume de esta manera las Buenas Nuevas que predicamos: «Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras y que apareció a Cefas, y después a los doce» (1Co 15.1–5).
Un predicador del evangelio presenta el mismo mensaje central una y otra vez. Los títulos de nuestros mensajes, las introducciones y los ejemplos varían y agregan color y dinamismo, pero al margen de ello nuestro mensaje es el mismo, y hablamos de la cruz, la resurrección, el arrepentimiento, la fe y el compromiso con Cristo. De lo contrario, no estamos predicando el evangelio. El corazón, la médula del mensaje cristiano, puede resumirse en las palabras de Juan 3.16, el versículo que algunos han llamado el evangelio en miniatura: «Dios de tal manera amó al mundo que dio a su hijo unigénito».

3. Es sencillo en su lenguaje. El lenguaje es un puente en la comunicación, y si la gente no lo entiende llega a ser ineficaz. Es crucial que el mensaje evangelístico sea predicado con lenguaje sencillo y comprensible. No ha de ser un tratado teológico profundo, ni tampoco un estudio bíblico. Todo eso es magnífico para los que ya están en «el Reino», pero por amor a los que están afuera es necesario hablar con sencillez y hacer a un lado la jerga cristiana evangélica. Palabras como justificación, redención y regeneración carecen de significado para quien no es creyente en Cristo. El predicador debe simplificar los términos difíciles, o bien usarlos y explicarlos inmediatamente, a fin de poder llegar al corazón de todos los oyentes. No me considero un buen predicador. A veces me parece que soy sumamente aburrido. Creo que la única razón por la que Dios me usa es porque explico su Palabra con sencillez de manera que cada uno entienda cómo puede recibir vida eterna.

4. Usa ilustraciones. Empleemos la imaginación y seamos creativos al comunicar el mensaje de salvación (Vea Hch 17.16–34, cuando el apóstol Pablo está en Atenas, la gran capital intelectual de esos días). Los métodos no son sagrados; pueden cambiarse y adaptarse. Por otro lado el mensaje sí es sagrado y el fundamento jamás ha de modificarse. El mismo apóstol Pablo se acomodaba a todo el mundo (1Co 9.22). Cuando quería guiar a un judío a Cristo, se acomodaba a la forma de ser de los judíos; con los débiles él actuaba como débil. A todos se hizo todo para ganar a algunos por todos los medios posibles. Las ilustraciones y los ejemplos ayudan a mantener el interés de los oyentes. Alguien dijo que las ilustraciones son como abrir una ventana en una habitación oscura. Además, la ilustración debe explicar una idea o pensamiento, y no simplemente incluirla en el sermón porque es graciosa y dinámica.
Lo ideal y lo más eficaz es que el predicador use ejemplos e ilustraciones actuales y acordes al tipo de público. De ser posible, los ejemplos deben tomarse de casos de la vida cotidiana, y de cuestiones que resulten familiares a quienes escuchan.

5. Lleva la buena noticia. El mensaje de buenas nuevas es para todo el mundo y gira alrededor de la persona de Jesucristo, exaltando su divinidad, su humanidad, su santidad, su muerte en la cruz y su gloriosa resurrección. Nuestro objetivo en el mensaje evangelístico no es atacar al oyente ni ganar discusiones ni atacar a cierto tipo de personas como si fueran peores pecadores que otros, sino conquistar corazones para Dios. No se dé el lujo de ofender a los demás. Proclame de manera positiva y con poder de lo alto las buenas nuevas de vida eterna.

6. Lleva forma y estructura. Como en cualquier otro tipo de sermón, el evangelístico debe llevar cierta forma y estructura. Al preparar el mensaje, mi sugerencia es hacer una lista con el propósito principal, el tema, la manera en que lo enfocará, etcétera. Póngase en lugar de su audiencia y desarrolle el sermón desde esa perspectiva. Cuando uno predica un mensaje temático, debe evitar la tentación de saltar de un pensamiento a otro, sin una transición lógica.
Piense en la introducción. Las primeras palabras son de importancia suprema. Si usted comienza a hablar en forma aburrida y monótona, es probable que pierda la atención del público. Si por el contrario comienza de manera dinámica, entusiasta e interesante, los oyentes están en sus manos para que, luego de la introducción, mantengan sus oídos abiertos durante la parte central del mensaje. Existen dos ideas de las que debemos permanecer conscientes en forma continua. En primer lugar, cuál es la doctrina básica que quiero enfatizar en el mensaje. En segundo lugar, cuál es la necesidad del oyente, en qué está interesado. De alguna manera, debo conectar la doctrina principal del mensaje con esa necesidad del oyente. Es aconsejable que el cuerpo central del sermón cuente con tres puntos principales; tres puntos son fáciles de recordar.
Y por último viene la conclusión, que en un sermón evangelístico es invitar al oyente a tomar una decisión por Cristo. En este momento culminante, el predicador habla con autoridad divina y demanda entrega, aceptación, arrepentimiento y fe en la verdad del Cristo que acaba de proclamar.

7. Necesita un clímax. El mensaje evangelizador debe conducir a un clímax de decisión. Habrá aceptación o rechazo, pero no neutralidad. Confrontemos al oyente con la necesidad de una decisión, y presentémosle una encrucijada. La Biblia presenta demandas (Mt 4.19) y habla también de decisiones (Jn 3.36). La persona que no se ha convertido debe comprender que su decisión es crucial. Creer es un acto de la voluntad. Al hablar de clímax no me refiero a algo emocional sino espiritual. Lleve al oyente ante una disyuntiva para que se pregunte: «¿Qué voy a hacer con Cristo?»

Importancia de la invitación
En un admirable artículo el pastor luterano George Fry indicó: «Quizás la predicación de la iglesia no es persuasiva porque la deslealtad de nuestra época ha sido el divorcio de teología y evangelización.... La teología que carece del propósito práctico de ver convertidos degenera en un escepticismo irresponsable. La consecuencia de esta situación es una fe que no es intelectualmente sana ni emocionalmente satisfactoria». («John Calvin: theologian and evangelist», por C. George Fry, revista Christianity Today, Octubre 23, 1970).
Muchos cristianos ya no persuaden a los incrédulos a seguir a Cristo pues están convencidos de que testificar del Señor es hacer que traguen el evangelio a la fuerza.
La sofisticación podría llegar a ser otra barrera en la evangelización para que demande decisión del oyente. Adoptamos los valores de nuestra sociedad, y no queremos ofender a nadie, parecer raros ni perder nuestro estatus. Otros cristianos creen que la salvación es responsabilidad exclusiva de Dios, que sólo a él le corresponde intervenir, y por lo tanto no sienten necesidad de persuadir a los incrédulos. Sin embargo, el objetivo de cada creyente en Cristo y cuanto más de los predicadores y comunicadores cristianos es entregar el mensaje de salvación y persuadir a otros a que se arrepientan y crean (2Co 5.11–13).
No sugiero que se apele al emocionalismo ni tampoco llamar a la consagración o a la entrega a Cristo cada cinco minutos. Pero si tememos ofender a alguien al extender una invitación, la evangelización se estanca y se vuelve inerte. Quienes quieran predicar el evangelio de una manera poderosa deberán practicar una evangelización de decisión. No basta presentar el evangelio de manera teológica, doctrinal y bíblica. Eso es vital pero no es todo. La predicación del evangelio debe ir acompañada de una invitación a los que han oído la Palabra para que deseen recibir a Cristo.
Si usted quiere que la predicación del evangelio sea productiva, ofrézcale a la gente la oportunidad de tomar su decisión. Esto no significa insistir para que levanten la mano o se paren, sino darles una oportunidad clara, abierta y equilibrada para que reciban a Cristo. He aquí yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo (Ap 3.20). Cristo está pidiendo al oyente que le abra la puerta de su vida, que lo deje entrar. Para ello debe creer y decidir.
Al comunicar el mensaje y hacer la invitación, confrontemos a la persona incrédula con compasión y amor a fin de que no cierre sus oídos ni su corazón a la voz de Dios (vea Jos 24.15; 1Re 18.21; Mr 10.21). Cuando yo era muchacho, junto con otros jóvenes cristianos formamos un pequeño equipo de evangelización. Para animarnos en ese ministerio varios hermanos de la iglesia compraron una carpa y nos confiaron la organización y desarrollo de las reuniones. Nos dieron amplia libertad de acción pero nos dieron una advertencia: no debíamos hacer invitaciones públicas para que la gente recibiera a Cristo. Yo estuve de acuerdo con ellos. Sin embargo, pasaron los meses y fui dándome cuenta de que un mensaje sin invitación específica era una predicación incompleta. Reconocí mi error y comprendí que la invitación debía formar parte de un mensaje evangelístico, aunque era necesario guardar el equilibrio. La oportunidad de «probar» llegó.
Habíamos ido a predicar a otro pueblo, y esa noche el salón se había llenado. Yo estaba impaciente por predicar y porque iba a hacer la primera invitación pública de mi vida. Mi mensaje fue sencillo, basado en Jn 10.28. Antes de concluir extendí la invitación, de la misma forma en que lo he seguido haciendo en los años siguientes. Pedí que si deseaban recibir a Cristo, inclinaran la cabeza y oraran al Señor en su corazón. Luego pedí que levantaran la mano quienes hubieran orado conmigo. Conté treinta y cinco manos y me asusté. Era obvio que los críticos estaban en la razón. Era todo manipulación emocional.
—Pueden bajar sus manos. Gracias. Ahora déjenme explicarles de nuevo— dije, y dediqué otra media hora al pasaje, poniendo en claro cada aspecto, asegurándome de que comprendían el significado de la vida eterna y de una relación personal con Cristo. Oramos de nuevo y pedí que levantaran las manos: esta vez fueron treinta y siete. Es cierto que ese fue un caso excepcional, sin embargo, me marcó de por vida.
La experiencia de mi madre también me ayudó a tomar esa determinación. Ella una vez me confesó: «Luis, muchas veces estuve a punto de recibir a Cristo, pero no lo hice porque el predicador no me daba la oportunidad. Te aconsejo, entonces, que cada vez que prediques el mensaje de salvación invita a la persona a recibir a Cristo. Recuerda siempre que tal vez ésa sea la última oportunidad con la que cuente para recibir al Señor».
El evangelio incluye una invitación, un llamamiento vital a que la gente regrese a Dios, por lo tanto ella es parte imprescindible del paquete total.
¿Predica usted un mensaje que demanda una decisión? ¿O acaso presenta uno diluido que deja a la gente con una sensación agradable en cuanto a usted como comunicador pero aparte de eso no ocurre nada?

Antes de predicar: Recuerde
Durante años, antes de cada predicación evangelística, me he propuesto recordar varios asuntos y me afirmo: (1) Dios está siendo glorificado pues está acá y está en mí; (2) predicaré su Palabra, de modo que no debo sentirme inseguro; (3) creo en Dios, pues él está aquí; (4) Dios habla a través de mí; (5) espero que Dios obre y convierta a los pecadores; (6) reconozco que por mí mismo no puedo conseguir nada, y humildemente confío en que Dios obrará; (7) pienso en los perdidos y en su destino eterno, y pido al Señor que me dé compasión por ellos; (8) pido a Dios que reavive a los cristianos a través de la verdad del evangelio; (9) espero cosechar personas; (10) tengo presente que tal vez esta sea la última vez que escucharán el mensaje, y pido a Dios que me dé sentido de urgencia.
La tarea, todavía incompleta, de ganar al mundo para Cristo es enorme. ¿Está usted dispuesto a mostrar compasión por los perdidos y a sentirse urgido por ganarlos para el Señor? ¿Está usted dispuesto a ser un obrero de Dios y a servirle con valentía santa?
Comience a actuar ya mismo para acabar el trabajo que aún queda por delante.

martes, 22 de febrero de 2011

Los carismas de sabiduría y conocimiento

San Pablo y los carismas de sabiduría y conocimiento
Sino que hablamos de una sabiduría de Dios, misteriosa, escondida, destinada por Dios desde antes de los siglos para gloria nuestra, desconocida de todos los príncipes de este mundo - pues de haberla conocido no hubieran crucificado al Señor de la Gloria -. Más bien, como dice la Escritura, anunciamos: lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios preparó  para los que le aman.                                                                1º Corintios 2, 7 - 9


En la lista de los carismas que Pablo propo9ne a los destinatarios de la carta a los Corintios coloca en primer lugar la palabra Sabiduría, logosofía. En el desarrollo a la Primera Carta a los Corintios de la que estamos tratando en estos días cuando se ha ocupado del papel y del lugar de los ministros de la comunidad Pablo se ha referido a la palabra de sabiduría. Esto aparece en Primera de Corintios 2, 4 y se refiere más específicamente después como hemos compartido allí del verso 7 al 9, hay discordias en la Iglesia de Corinto. Cuando uno se detiene en los primeros versículos de la Primera Carta 1, 11-12 se da cuenta ahí que hay algo que no anda.  Pablo cuando escribe sale al cruce de la comunidad en todo y cada uno de sus momentos, cuando las cosas andan viento en popa, cuando no andan bien, siempre hay una ocasión para escribir para el, para intervenir digamos. Y dice ahí en el ver4so 11 el Apóstol porque los de la familia de Cloe me han contado que hay discordias entre ustedes. Me refiero a que cada uno afirma: yo soy de Pablo, yo de Apolo, yo de Cefas, yo de Cristo. Hay división. Hay una discordia generada por una división por partidos que se han tomado dentro de la comunidad de los Corintios. Todo parece indicar que los miembros de la comunidad se oponen a otros por la adhesión a lo que podríamos llamar distintos predicadores. Uno de estos predicadores, presumiblemente Apolo, se ha destacado por la elocuencia. Esto lo vemos en Hechos 18, 24. 
Lucas aquí muestra ésta capacidad de Apolo de persuadir fuertemente con la palabra. Tiene ese don del anuncio de la predicación. Veamos que dice Hechos 18,24 un judío llamado Apolo originario de Alejandría había llegado a Efeso. Era un hombre elocuente y versado en las escrituras. Había sido iniciado en el camino del Señor y lleno de fervor exponía y enseñaba con precisión lo que se refería a Jesús aunque no conocía otro Bautismo más que el de Juan. Aquí está éste personaje y los que han quedado impresionados por su predicación se comportan como si constituyeran un partido enfrentado con otros. Parece que aquí está la cuestión, parece que parte del conflicto tiene que ver con ésta aparición de Apolo y algunos seguidores suyos como quien sigue fanáticamente a alguien sin tener la referencia directa, en éste caso a quien es el protagonista de la historia: Jesús.
Por eso Pablo va a decir ¿Cómo? ¿Jesús está dividido? Toda la intención de Pablo en la Primera Carta a los Corintios va ser mostrar que éste Cristo total cabeza y miembros no puede ser dividido. Ustedes son un cuerpo y atención con las divisiones. Hay una presencia misteriosa de Jesús contra la que no se puede atentar y quien atenta contra esa presencia de unidad de Jesús atenta contra sigo mismo. Puede terminar por comer su propia condenación, va a decir el Apóstol, si está dividido hacia dentro de la comunidad.
La palabra de Sabiduría sería como la retórica usada en el discurso, la forma de aumentar para convencer a los oyentes. Con respecto a esto Pablo dice que éstas son palabras persuasivas, sabiduría humana, son sabiduría de los hombres pero Cristo no lo envió a Pablo a predicar con palabra de sabiduría sino con la sabiduría que nace de la predicación de la cruz.
Cuando Pablo habla del don de la Sabiduría está hablando en estos términos y se está diferenciando de ésta otra persuasión de sabiduría que trae división. Atención. Como dicen algunos, medio encantador de víboras resultó ser cuando habla. Es porque tiene esa capacidad de persuadir. Pablo habla de eso también pero esa persuasión capaz de terminar con las cosas más difíciles viene por una predicación de poder, dice el Apóstol, que está concentrada en un mensaje que yo llevo como el mejor de todos los mensajes: es Cristo Crucificado.  Yo a ustedes no me acerqué con la sabiduría humana, con la persuasión de un predicador. Yo me acerqué a ustedes para mostrarles un misterio: el de Cristo y Cristo Crucificado para algunos una locura, para otros una necedad, para nosotros, para los que creemos en el misterio, fuerza y sabiduría de Dios.
La sabiduría de la que Pablo está hablando, el don de la Sabiduría identifica al predicador, al que anuncia, al que proclama con el misterio de la cruz. La cruz termina con toda división , la cruz aleja toda división. Jesús lo ha expresado claramente cuando habla acerca del momento en el que sea puesto en lo alto atraeré a todos hacia mi y Pablo va a decir con el misterio de Jesús en medio nuestro no hay más división entre judío y griego, hombre y mujer, esclavo y libre todos somos uno en Cristo.  La unidad la trae el misterio Pascual de Cristo Crucificado y Resucitado. Este es el corazón de la predicación paulina y éste es el don de la Sabiduría de la que Pablo habla. Se distingue de ésta otra persuasión sabia que cuando no está concentrada en torno a la persona de Cristo y su Pascua genera división.
 Pablo habla además de éste misterio, éste don, ésta Gracia, éste carisma de la sabiduría de palabra de conocimiento. De que se trata esto?
Después de haber mencionado la palabra sabiduría Pablo enuncia palabra de conocimiento. En griego sería logos gnoseos que son dos ideas muy cercanas. Por el lenguaje usado por Pablo en su Carta se puede percibir que los Corintios tienen interés en el conocimiento e interés en la sabiduría. Al introducir su Carta, al escribirle a los Corintios, Pablo da gracias a Dios porque los destinatarios han sido colmados con toda clase de riqueza en la Palabra y el conocimiento.  Esto aparece dos veces en el texto paulino a los Corintios. En la Primera Carta 1 Corintios 1,5 Pablo da gracias a Dios por éste don de conocimiento en efecto ustedes han sido colmados en El con toda clase de riquezas, las de las palabras, las del conocimiento en la medida que el testimonio de Cristo se arraigó en ustedes. No es una gnosis un conocimiento teórico, no es una doctrina, una ideología. Es una Gracia de conocer por la presencia del amor de Dios.
Esto que con tanta hermosura Teresita dice cuando habla del amor como una ciencia, el amor da capacidad de penetrar mucho más allá. Cuando se habla de éste don que el Padre Pío o que el Cura de Ars tenía de penetrar las almas y darse cuenta de donde estaba parado el que tenía delante suyo.
No es como creían algunos o como por ahí algunos sospechan tenía algún maleficio medio emparentado con la brujería. Es la Gracia de la caridad que lo vinculaba al misterio de la cruz por eso la sabiduría y el conocimiento van de la mano. La Gracia de la sabiduría por el misterio de la cruz es fruto de una experiencia profunda, de un amor que nos familiariza con el misterio central de la Pascua y es justamente la capacidad de amar respondiendo a la invitación de Dios la que nos crucifica con Cristo haciéndonos uno con El.
Podemos nosotros también decir con Pablo en éste proceso de identificación con Jesús desde la caridad que hemos sido también marcados nosotros por la Gracia del misterio del Señor y que la llevamos sobre nuestra propia carne a la cruz de Cristo. Esta sabiduría fruto de la respuesta de amor a la propuesta de amor de Dios es la que genera el don del conocimiento.
Es un conocimiento por amor. Es un conocimiento que por ahí Benedicto XVI le llama conocimiento por amistad. Amistad en términos de caridad, de amor. Así como Pablo distinguió entre dos clases de palabras, de sabiduría, también distingue entre dos clases de conocimiento.
Cuando hablábamos de la sabiduría recién haciendo referencia a aquella que introdujo Apolo y que generó alguna división en la comunidad que es más una persuasión que un discurso humano y lo distingue Pablo de ésta otra persuasión de la fuerza de caridad en el misterio de la Pascua, Pablo habla también de dos clases así como de sabiduría también de conocimiento.
Todos tenemos conocimiento pero el menosprecia el conocimiento que infla, que llena de orgullo, ese conocimiento que nosotros sabemos decir: éste se la sabe todas. Es ese conocimiento que nos agranda, que nos hace soberbios. Pablo distingue éste conocimiento de aquel otro del que habla como don de Dios.
Un poquito más adelante lo que veníamos compartiendo dice que los paganos tienen muchos dioses y Señores pero para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre de todos a quien nosotros estamos destinados, y un solo Señor Jesucristo por quien todo existe y por quien todos nosotros existimos
Y a continuación afirma:. sin embargo no todos tienen éste conocimiento. De que está hablando Pablo acá? No de un conocimiento que deviene de la racionalidad, de la intelección que surge de una buena capacidad argumentativa que Pablo no la desprecia, Era bastante versado en letras, un hombre muy culto.
Pero lo distingue éste conocimiento a ésta otra experiencia que el ha hecho tal vez porque justamente de ahílo bajaron. Un hombre tan conocedor de la ley. A Pablo no lo voltean de un caballo. Lo que le voltean es la estantería de los libros que llevaba arriba. Un poquito ésta experiencia también la hizo al final de su vida Santo Tomás de Aquino cuando tuvo una experiencia tan fuerte de la gloria de Dios que cuando volvió en si mismo dijo:  ¿Qué hice?, lo que he escrito es todo paja... Quiso quemarlo dice la tradición. Quiso como volver de la realidad lo que he escrito es paja. Mira que el aparato teológico que está puesto allí tiene un peso más que significativo. Sin embargo la experiencia que Tomás de Aquino hace de la gloria de Dios hace que cuando vuelve en si dice no es nada todo esto frente a ésta otra experiencia, frente a éste otro conocimiento.
Uno cuando habla con cierta gente que no es tan culta, que no ha estudiado ni teología ni filosofía ni tiene letras se da cuenta que gente que tiene conocimiento por otro lugar que no es el de los libros y es una Gracia. Por eso Teresa de Jesús va a decir que es muy importante éste don de la experiencia de Dios pero si viene con letras mejor. No hay que decir que éste vale porque es el que nos viene de Dios y el otro que también viene de Dios pero que supone más un esfuerzo nuestro por la argumentación no tiene tanto valor. Hay que compaginar las dos cosas. Lo que Pablo hace es distinguirlas y dice que en realidad el que es don es éste que viene por un camino que no son el de los libros, que no son los que vienen por el lado de la ciencia. Hay ciertas viejitas con las que yo me encuentro por aquí y a veces por el aire que dicen cada cosa que uno no deja de terminar de aprenderla. En éste lugar somos todos discípulos. Yo también. Todos somos discípulos de la Gracia del conocimiento que Dios nos regala a trasvés de éste hermoso espacio de la catequesis. Pablo distingue entre éste doble conocer. El mismo Dios que dijo en 2 Corintios 4, 6 el Apóstol dice: el mismo Dios que dijo brille la luz en medio de las tinieblas es el que hizo brillar su luz en nuestros corazones para que resplandezca el conocimiento de la gloria reflejada en el rostro de Cristo.  Es un conocimiento que brota de la gloria de Cristo Resucitado y que se nos comunica a nosotros como Gracia. Es lo que celebramos hoy: la Gracia de la Transfiguración.  ¿Que es la Transfiguración? Es la gloria del Señor anticipada y eso se ve que es una experiencia hermosa que ocurre cuando nos reunimos en el nombre de Jesús, que acontece cada vez que en su nombre somos convocados. Dan ganas de quedarse allí como Pedro.  Parece que era tan bueno y dijo nos quedemos acá, hagamos tres carpas. Estamos bomba acá. Jesús claramente les dice muchachos para llegar a éste lugar hay que pasar por allá abajo. Hacia la gloria vamos pero en realidad el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los sumos sacerdotes, va ser condenado, va ser crucificado y al tercer día Resucitará.
Inmediatamente después de la experiencia de la gloria el Señor los pone de cara a la realidad. La gloria que nos genera conocimiento de Dios, la manifestación de la gloria en el rostro de Cristo como dice Pablo hablando de la experiencia de la Transfiguración es para afrontar la cosa de todos los días. Por eso se dice: es una persona de oración, tiene un conocimiento bárbaro pero anda volando por allá arriba. Difícil que el chancho vuele, como dicen, aunque tome mucha carrera no despega. Hay que sospechar de ciertas experiencias místicas entre comillas cuando no están bien aterrizaditas en la tierra, bien metida en el barro. Jesús regala Gracias de todo tipo. Te muestra su gloria, te regala el don más maravilloso pero después te mete en el fango porque la vida se transforma desde la gloria de Cristo reflejada en nosotros en la cosa de todos los días.
Una experiencia muy concreta respecto de esto la tenemos en Teresa de Calcuta. Ella se fue de retiro un mes haber que quería Dios de ella y no pasó nada. Dios le tenía reservado hablarle cuando volviera en el tren. Escuchó una voz dentro suyo que le dijo serás luz entre tus hermanos. Esta experiencia de la gloria de Jesús reflejada en su rostro hizo que ella lo tradujera en gestos de caridad muy concretos donde verdaderamente fue luz para los hermanos.
La experiencia espiritual más honda es espiritualismo cuando nosotros no comprometemos la experiencia espiritual con la cosa de todos los días donde estamos llamados a transformar la realidad. Si llevamos la gloria de Cristo en nosotros y el rostro de Jesús en nosotros como dice Pablo ésta Gracia de conocimiento es para dibujar el rostro de Cristo en toda la realidad humana y eso es trabajo, eso es tarea, compromiso.
Es una espiritualidad encarnada o espiritualismo y el espiritualismo es hablar, dice Juan, cuando habla de la gnosis del anticristo y es justamente lo contrario. Atención con ciertos espiritualismos. La vida espiritual es encarnada o es otra cosa no es la espiritualidad de Cristo. Será la Nirvana, alguna gnosis, alguna experiencia oriental pero nada tiene que ver con la persona de Jesús que ha venido a reflejar el rostro suyo sobre nosotros para que en la realidad podamos transformar también lo que tocamos en gloria para Dios el Padre.